La Esperanza...

"Vivo en un barrio que se llamaría Esperanza si no fuera porque Dios quiso ponerle Triana"...

La Esperanza... Así la llama el pueblo de Sevilla. No necesita más presentación, solo así, es suficiente, para haberlo resumido todo y haber alcanzado la gloria. Y decimos bien, la gloria, porque aunque sean cinco las lágrimas que naveguen por sus mejillas, su semblante siempre nos transportará al Cielo... a la Gloria...

La Esperanza... La Esperanza lo es todo para el cristiano y lo es todo para el devoto que la contempla cautivado por el sueño de su mirada. Su tez morena describe los atardeceres de la cava de los gitanos; sus manos hablan de amor, de calor de Madre y de consuelo continuo reflejado en ese pañuelo que ofrece a todo aquel que le reza con el corazón encogido. Sus mejillas son como un oceano de brisas donde galopan las cinco olas de su divino llanto, buscando la orilla trianera que desgranan las lineas de sus labios. Y su mirada... Su mirada no tiene limites ni fronteras, ni comprende de relojes ni de tiempo, ni de noches ni de dias, porque son ojos de eternidad que solo han podido ser posibles gracias a la mano del Creador. Si esas púpilas hablasen nos describirían el amor de su barrio, el amor de una ciudad que no entiende de puentes ni de rios, ni de puertas ni de murallas. Si Ella nos contase qué han visto sus ojos negros a través del tiempo nos hablarían de ceramistas enamorados contemplando tu rostro, de marineros soñadores embarcados en las carreras de Indias, de vecinos del barrio que te rezaban en San Jacinto, de presos arracimados en las ventanas del Pópulo, de los piropos de Fernando cuando te ceñía el tocado, de los gritos de amor de ese mudo que te habla a las puertas de Santa Ana, de esas viejas Madrugadas en el compás del Convento, de los reflejos del rio y de ese Puente que se alarga cuando pasas, de aquellos amaneceres de ensueño a los pies de la Giralda, de esos rayos de sol a las puertas del Baratillo... Y de su Hijo caído, dulce y dolorido, que no puede apenas ya con la cruz y se levanta, porque como reza un barrio, hay que morir en Triana...
El pueblo presume de sapiencia cuando llama a las cosas por su nombre. De este modo, a la Virgen del Patrocinio la bautizó como "La Señorita" , al Silencio como la "Madre y Maestra" al Gran Poder como "El Señor" y a Ella "La Esperanza". Así la llama Sevilla, porque aunque hay Gracia y Esperanza el Domingo de Ramos, a esta Hermandad el pueblo le llama San Roque. Y aunque hay Esperanza en los Salesianos, a su Hermandad se le nombra por la Trinidad. Lo mismo que sucede en San Gil, que aunque Ella es Esperanza, Sevilla prefiere llamarle Macarena. Igual que en la calle Castilla, que pese a ser otra Esperanza, su Hermandad la bautizó como Virgen de la O... Solo en la calle Pureza a Ella se le llama por su nombre: la Esperanza, y además se le pone su apellido: de Triana.Porque igual que a tantos artistas y personajes históricos del barrio, como Marifé de Triana o Rodrigo de Triana, Ella es la Esperanza y es de Triana, como la llama su gente, su barrio, sus devotos y toda la ciudad que encuentra en Ella el consuelo autentico, la vida elevada a la gloria y toda la ilusión del mañana.

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