La Cárcel del Pópulo



Ya no acuden los barcos a iluminar el paso de la Cofradía por el Puente en la Madrugada del Viernes Santo, como lo hacían a mediados del siglo XX. Ya no tiene la Cofradía compás de Convento ni hábito dominico en sus túnicas. Ya no hay cava de los gitanos, ni de los civiles, ni hay Cárcel en el Pópulo, ni presos que se asomen para cantarle sus saetas a la Cofradía de Triana en la mañana del Viernes Santo...
Dicen que quien pudo contemplar aquella estampa experimentaba un antes y un después en la Semana Santa sevillana. Cuentan que era el único día del año que se le permitía a los presos asomarse a las rejas de las ventanas que daban a la calle Pastor y Landero, mientras la luz de la mañana acariciaba los muros impenetrables de la Cárcel.
La memoria del Pópulo habla de saetas a un Cristo caído frente a los cautivos y a una Virgen que entregaba su pañuelo a aquellos que carecían de libertad. Si aquellas paredes, ya derruidas, hablasen... Cuántas historias personales quedarían ocultas tras esos muros... Las estampas que rememoran el paso de la Cofradiá de la Esperanza de Triana ante aquel edificio, nos muestran las ventanas copadas de presos que porfían por asomarse al encuentro con las Imagenes de la Cofradía. Brazos y piernas que se entrelazan a las rejas para no caer y tener un mejor sitio, emoción en las almas, tensión en los cuerpos de aquellos condenados que en la mañana del Viernes Santo, aún estando al otro lado de los muros, respiraban libertad: la que les llevaba el Stmo. Cristo de las Tres Caídas y Nuestra Señora de la Esperanza.
Ya no existe la Cárcel del Pópulo, pero su memoria sigue viva en el recuerdo y en el pentagrama de una de las más hermosisimas marchas que se han compuesto para la Semana Santa sevillana. Para qué nombrarla, si todos sabemos como se llama...
Si el Stmo. Cristo de las Tres Caídas pudiera contarnos todos los dramas carcelarios que su cruz recogía frente a los condenados, llorariamos de emoción. Porque parece que el Señor de las Tres Caídas, también cautivo y también condenado, acaba de salir de la mismisima Cárcel, como un preso más, al que le han cargado con el madero y se lo llevan a matar. Él sabe tanto de martirios, de soledades, de llantos, que frente a la antigua Cárcel del Pópulo se hace más verdadera su cruz y cobra más sentido si cabe su entrega voluntaria por todos aquellos necesitados de su redención.
Y detrás del Hombre ajusticiado, la Madre con su dolor, porque detrás de cada preso, siempre hay una madre con su penitencia particular. Por eso, aquella mañana de Viernes Santo, todas esas madres estaban representadas en la Virgen de la Esperanza de Triana, que acudía a la Cárcel a compartir y a consolar el dolor de aquellas madres anónimas que tantas lágrimas derramaban contemplando a sus hijos tras la fría tortura de las rejas. Ella, la Esperanza, la Madre de todas las madres, se asomaba a las ventanas y miraba cara a cara, frente a frente, a todos aquellos que anhelaban un trocito de aquel pañuelo que pendía de sus benditas manos. Madre, Esperanza y Consuelo, si hablases de todo cuanto te contaban...
Pero cambiaron los tiempos. Los presos fueron trasladadados en el año 1933 a la cárcel de Nervión y el edificio fue derribado dos años después. Terminaron aquellas mañanas de Viernes Santo en las que la condena y el consuelo se daban la mano a través del vuelo de la saeta. La Cofradía sigue pasando por tan memorable e histórico lugar de su itinerario, porque aunque ya no haya Cárcel, la memoria de aquellos presos sigue viva en el pañuelo bendito de la Esperanza.

Estampas de mi Barrio

La historia de Sevilla siempre estuvo ligada a la de su propio río. La de Triana, también. El Guadalquivir les trajo la gloria y las calamidades, de estas últimas, más a Triana que a Sevilla por su situación geografica, no solo extramuros de la ciudad, sino en la orilla opuesta y a ras de sus aguas. Por eso, los vecinos tianeros, al no contar con murallas donde guarecerse, combatieron las crecidas del río colocando sus calles en curso paralelo al Guadalquivir, a fin de atenuar de alguna manera las riadas de sus casas: Betis, Pureza, Rodrigo de Triana, Pages del Corro, Castilla, el nucleo antiguo y vertebrador del barrio, siempre marcando lineas paralelas al propio Guadalquivir. Y entretejiendo estas calles, el corazón del Altozano, que como su propio nombre indica, se elevaba a raiz de la creación del Puente de Triana (1852). Sin embargo, mientras el río con su corriente depositaba sus arenas en la orilla sevillana, en el Arenal, en Triana casi siempre el Guadalquivir llamaba a sus puertas y entraba hasta la cocina. De hecho, la calle Betis se llamó en su tiempo Orilla del Río y después siguió adoptando el nombre que los romanos le dieron a sus aguas. Y lo peor no se quedaba en las crecidas del río y en la invasion que sus aguas hacían del barrio, que ya de por sí causaban innumerables dramas, sino que, después, no eran pocos los brotes de epidemia que surgían en la población trianera, llevandose consigo otras tantas vidas.
La fotografía ofrece una crecida del Guadalquivir en el primer cuarto del siglo XX. Observese el nivel que alcanza el río y como casi ciega los arcos del Puente. También se puede ver la corriente que entonces tenía el río, que más tarde perdió con el tapón que se levantó en Chapina y otras obras destinadas a acabar con las arriadas. La estampa muestra la enorme chimenea de la Compañía Sevillana de Electricidad y al fondo, a la derecha, se adivina la espadaña del templo de la Magdalena. Vemos que aún no está construida la Capillita del Carmen, ni aparece el edificio del Faro. Eso si, las aguas del río se adentran en la calle Betis y en la zona baja del Altozano, donde observamos hasta a trianeros en barcas. Tan hecha estaba la población a estas crecidas del río, que en vez de atemorizarse acudían a presenciarlas desde la altura del Altozano y del propio Puente con los riesgos que ello conllevaba. Sin duda, una estampa para el recuerdo.

La Triana marinera de ayer hoy y siempre



Hermosas estampas de las tres devociones marineras de este barrio, frente a frente. En la Capillita del Puente, la Virgen del Carmen y delante de Ella, el Señor de las Tres Caídas, cuya Hermandad fue fundada por marineros en el año 1608, pues la escuela de mareantes se encontraba en Triana, concretamente junto a Santa Ana, mucho antes de que fuese trasladada al Palacio de San Telmo. Y como no podía ser de otra manera, la Triana marinera no podía citarse en otro lugar que no fuese en las inmediaciones de las aguas del Guadalquivir. Y es que si Triana siempre fue "Guarda y collación de Sevilla", la Capillita del Carmen es como "Guarda y vigía de Triana", pues se asoma al río, cual faro a la mar.
Luego vendrá la Esperanza para terminar de ponerle al encuentro esa brisa y esa sal que solo la Divina Marinera de la calle Pureza sabe ponerle a las cosas. Si la Virgen del Carmen es la Protectora de los barcos que zarpan al oceano, la Esperanza es la fe que el marinero se lleva en el alma con objeto de regresar sano y salvo a puerto, tras sortear los peligros que puede deparar el mar. Por eso, en la mañana del Viernes Santo, los marineros que un día habitaron Triana, cuando se asomen desde el balcón del Cielo al Altozano y al Puente, llorarán de alegría viendo a sus tres devociones marineras junto al Guadalquivir encontrarse frente a frente. Porque aunque ya no lleguen hasta Triana los barcos que cada Madrugada iluminaban con sus focos el discurrir de la Cofradía por el Puente, desde el Cielo nunca le faltará la luz a su Esperanza y a su Hijo, ni pese a que Sevilla ande atemorizada por lluvias y tempestades, porque esos ángeles marineros del Cielo harán que sople el viento y no quede una sola nube que perturbe a su Esperanza.
La Triana marinera que vivió tiempo atrás en sus calles tiene en el Cielo su nido. No se ha ido nunca, porque quien gana el Cielo gana la eternidad. La misma que nosotros, aún mortales, encontraremos de la mano de nuestra Esperanza, tal como su bendito nombre nos sugiere: Esperanza; Esperanza para cuando haya de partir nuestro barco hasta el puerto eterno del Cielo, porque ni aún así deja de ser marinera Triana, como ayer, como hoy, como siempre, marcando el rumbo hacia a la Gloria.

El cartel de la Semana Santa de 1987


El regreso a su barrio fue la estampa que el Consejo de Cofradías eligió para su cartel de cara a la Semana Santa del año 1987. Como siempre, el paso de la Esperanza, navegando entre un mar de almas entregadas, aparece en el Altozano con toda esa explosión de luz, de flores, de gloria infinita que solo Ella puede tener y que solo Ella puede entregar a sus fervorosos hijos. Al fondo, en el horizonte casi perdido, como la nave que se aleja de la costa y se adentra en la inmensidad del mar, una Sevilla melancolica parece decir que cuando se le marcha su Esperanza, la Semana Santa está diciendo adiós. Lo mismo ocurre en el gentío que se observa en la foto. Tras la Virgen, en el Puente, la gente que ya la vió, se marcha, cada cual con su destino. Es ya pasado. Pero delante de Ella, todo es presente, todo es luz, todo es vida, no existen relojes en esos momentos, ni el tiempo corre a su vera... La Esperanza en una sola palabra, las almas en espera de quien ha de conducir el rebaño. Esa es la Esperanza de Triana.

La fotografía fue realizada por Ramón León Millán y de este cartel se realizaron siete mil ejemplares.

Ave María, Esperanza de Triana

I
"Dios te Salve, María del Amor
llena eres de gracia soberana,
el Señor es contigo y con Triana
y Bendita Tú eres del Señor"
II
"De todas las mujeres la mejor
y bendito es el fruto, Capitana,
de tu vientre nacido en la besana,
Jesús, nuestro Divino Redentor"
III
"Ave, Luz y Camino de alegría,
graciosa Marinera, ¡Ave María!.
En tu barco de bienaventuranza,
que tu mano conduce tan segura,
para verse Contigo allá en la altura,
Triana se hace al mar de la Esperanza"
(Manolo Garrido)

Aquella procesión del año 1928

Foto 1

Fotos 2 y 3



Fotos 4 y 5


Foto 6

Fotos 7 y 8


Foto 9
Cuentan las cronicas que el Jueves Santo 5 de abril de 1928 amaneció lloviendo. Aquel día los chubascos no dejaron descansar a la ciudad, estropeandose las jornadas del Jueves y gran parte de la Madrugada, pues no dejó de llover practicamente hasta las cuatro de la mañana. Por ello, la Hermandad de la Esperanza de Triana optó por no procesionar a su hora pero solicitó a la autoridad eclesiástica poder hacerlo en la tarde del Viernes Santo, lo cual le permitió, igual que a la Cofradía de San Gil, que salió a las 8 de la mañana.
La Hermandad de Triana convino procesionar a las tres de la tarde desde su Convento de San Jacinto, abriendo los cortejos procesionales de aquel Viernes Santo 6 de abril por la carrera oficial, delante de la Hermandad de la Carretería.
Aquel año, la Hermandad estrenaba el Simpecado, el Senatus y cuatro paños de bocinas que fueron realizados en el taller de Juan Bautista Gimeno. Del mismo modo se tenían contratadas a las Bandas del Regimiento de Artillería (cruz de guía), Regimiento de Granada (paso de Cristo) y la de la Cruz Roja (paso de palio). Sin embargo desconocemos si debió prescindir de alguna de estas bandas al suspender su procesión en la Madrugada y salir en la tarde del Viernes.
Cuentan las cronicas que viendo la salida de la Cofradía del Convento de San Jacinto se encontraban el Infante D. Carlos y su esposa, sin escolta, como dos sevillanos más mezclados entre el gentío que siempre rodeaba a la Cofradía, ya que la señora era Camarera de Honor de la Stma. Virgen de la Esperanza.
Hemos insertado 9 fotografías de aquella histórica procesión, que pasamos a continuación a describir:
FOTO 1: en la primera estampa contemplamos a nuestro Stmo. Cristo de las Tres Caídas cruzando el Puente en la tarde de aquel Viernes Santo 6 de abril. Tras la Cofradía de la Esperanza lo atravesaría las del Cachorro y la O. El Señor lucía su caracteristica túnica bordada en oro salida del taller de Ojeda y portaba la cruz cuadrangular de madera con apliques de orfebrería que aún hoy se conserva en las dependencias de la Hermandad. Tras el paso se aprecia el recién estrenado Simpecado y muy al fondo se adivina la silueta del palio de Ntra. Sra. de la Esperanza.
FOTOS 2 y 3: las fotografías segunda y tercera nos muestran dos instantaneas consecutivas del Stmo. Cristo de las Tres Caídas con su paso anclado en plena calle Sierpes. Pueden contemplarse las túnicas nazarenas estrenadas en 1925, confeccionadas en terciopelo morado a raíz de las quejas de los dominicos de San Jacinto que no veían con buenos ojos la indumentaria anterior de los nazarenos, inspiradas en el hábito dominico, ya que estimaban que no iba acorde con el espiritu de la Cofradía en la calle... La estampa también nos muestra varias curiosidades, como el hecho de ver a la gente notablemente abrigada, pues aunque la climatología permitió a las Cofradías salir el Viernes Santo, el tiempo no debió de ser demasiado apacible. Y otra es apreciar en los carteles comerciales de la época los reflejos del paso del Señor. Sin duda, dos estampas para enmarcar.
FOTOS 4 y 5: y tras el Señor de las Tres Caídas, la Esperanza. Observamos que el fotografo se encuentra ubicado en un balcón de privilegio: el saliente de la esquina de Jovellanos con Sierpes, y desde allí es posible que fotografiease a las Hermandades del Viernes Santo. Lo cierto es que presenció el discurrir de nuestra Hermandad y nos dejó estas imagenes tan hermosas de una procesión que fue histórica. Observense las túnicas de los nazarenos como difieren en el tejido con las del paso del Señor, perceptible en el brillo, ya que las del cortejo del paso de palio no eran de terciopelo, sino de seda en color verde, estrenadas, como apuntamos anteriormente, en 1925.
FOTO 6: la sexta estampa nos muestra el gran estreno de la Hermandad en la Semana Santa de 1928: el Simpecado, posiblemente la insignia más hermosa de la Cofradía y una de las más bellas de la ciudad. Fue realizado por el taller de Juan Bautista Gimeno bajo diseño de José Recio, siguiendo el estilo ceramista que nuestra Hermandad llevó al bordado en estos tiempos y que nunca le ha sido reconocido como bien se debiera. La fotografía está tomada en plena Plaza de San Francisco.
FOTOS 7 y 8: la Virgen de la Esperanza por los palcos de la Plaza de San Francisco. La primera de las estampas nos muestra su paso de palio visto de espaldas con la Giralda al fondo. Observamos el antiguo manto de la Virgen de terciopelo azul con reflejos violaceos, que fue bordado en el taller de Ojeda bajo diseño del ceramista y director artístico de la Hermandad José Recio en 1909, con el que se comenzaba a imprimir el sello de la cerámica trianera en los bordados del paso de palio de nuestra Esperanza. Este manto, que actualmente se encuentra en Ronda, fue el que inspiró el actual de los dragones. El palio que observamos fue estrenado en 1918, también obra diseñada por Recio y confeccionada en terciopelo morado con bordados en oro realizados en el magnifico taller de Olmo. El paso luce en la trasera dos grandes y altas jarras de claveles ante la posible carencia de candelabros de cola, que serían estrenados más adelante.
La fotografía número 8 nos muestra, así mismo, al palio de nuestra Esperanza en medio de los palcos en una toma que debe estar realizada desde los altos del edificio del Banco de España. Sin duda, una estampa preciosa llena de sabor y sevillanía, donde hasta el pequeño nazarenito que se observa en la zona inferior de la foto confiere al retrato una pincelada repleta de simpatía.
FOTO 9: y tras haber cruzado la Plaza de San Francisco, la Virgen de la Esperanza se dispone a enfilar la Avenida de la Constitución. A la derecha se vislumbra el antiguo edificio neomudejar de la Adriatica y a la izquierda el perfil inferior del Banco de España, que entonces contaba con escasos años de existencia. Hay que hacer hincapié en las numerosas fotografías antiguas que existen de la trasera del paso de nuestra Esperanza, con las vistas del manto. Y es que el conjunto que lucía la Virgen por aquella época era de un nivel insuperable, pese a que muchos hayan querido esconder y silenciar a lo largo de las décadas el verdadero valor de sus enseres, una pesada cruz que nuestra Esperanza y nuestra Hermandad ha tenido que soportar injusta e incomprensiblemente hasta finales del siglo XX.

La Esperanza en versos de Juan Moya Sanabria

I
"Aires nuevos de bonanza
Triana alegre suspira
que al agua del río tira
tristeza y desesperanza"
II
"Ciego de tantos primores
prendido de tu alegría
la vida me pasaría
soñando con tus amores"
III
"Quién no olvida sus agravios,
sus pesares, sus enojos,
cuando te mira a los ojos
y ve moverse tus labios"
IV
"Tan vivos son tus destellos,
tanto me gustan tus besos
que a Sevilla yo confieso
que corro loco tras ellos"
V
"Todo mi ser se desgrana
en piropos pa tus penas
que eres tan guapa y morena
como te reza Triana"
VI
"Si tu eres Capitana,
soldado yo quiero ser,
que esa carita gitana
es bandera de mi fe
y Esperanza de Triana"

La Virgen de los ceramistas.


En la Sevilla de otros tiempos abundaban las asociaciones gremiales que con sus estatutos debidamente aprobados, se colocaban bajo el amparo devoto de determinadas advocaciones religiosas tomandolas como patronas y protectoras de sus gremios. De esta manera, los ceramistas de Triana decidieron ampararse bajo el manto protector de Ntra. Sra. de la Esperanza hace nada más y nada menos que 592 años: en 1418. No hay ni que decir que se trata de la Hermandad más antigua de Sevilla bajo el título de la Esperanza, la primera, la matríz fundada bajo dicha advocación, y a su vez, una de las cinco Hermandades más antiguas de la ciudad. Pronto se cumplirán seiscientos años de su nacimiento y desde su primer dia siempre estuvo en y con Triana, compartiendo sus alegrias y sus penurias. Y que no se nos olviden nunca sus origenes, porque gracias a los ceramistas, gremio trianero donde los haya, un día fue fundada una Hermandad bajo el amparo de su Esperanza, nuestra Esperanza, heredada a través de los tiempos, generación tras generación, gracias a ellos.

Y se hace la luz...



Sucede todos los años, da igual que la Semana Santa sea en marzo o en abril: cuando la Giralda te mira, cuando la Giralda te siente a sus plantas, se hace la luz y se abre la mañana. Todos los años lo mismo. En la Madrugá las horas están contadas. Dos viajes paralelos vienen de camino para encontrarse en el mismo punto: en la Giralda. El Sol viaja desde oriente hasta occidente. La Esperanza desde Triana hasta Sevilla. En apenas cinco horas se encontrarán cara a cara. Por testigo la Giralda, que siempre se decide por la morenez sobrehumana del rostro de la Esperanza. Por eso, Ella, año tras año, le lleva la luz. Primero la luz de sus ojos, esos que tienen enamorado a toda Sevilla; luego la luz de su paso, traducida en vaivenes de palio y en cera fundida con reflejos de oro. Y por ultimo, la luz de la amanecida más hermosa del calendario hispalense, el alba que se asoma con Ella y que a los pies de la Giralda se rompe con los primeros rayos de sol. Manto de luz que mi Esperanza lleva hasta Sevilla todos los años. Da igual si es marzo o abril. La luz va con Ella y Ella se la da a Sevilla.

La Esperanza en versos de Andrés Molina Moles

I
"Sobre un palpitar de estrellas
se asoma la Madrugada.
¿Dónde vas?, pregunta el río,
a la brisa de la gracia.
¿Dónde vas?, dice un lucero,
a la torre sevillana.
¿Dónde vas?, pregunta el cante,
a la mantilla de España.
¿Dónde vas, dice una rosa,
al radiante clavel grana.
Y el clavel y la mantilla
y la brisa y la Giralda
responden: a San Jacinto,
que va a salir la Esperanza"
II
"La Cava de los Gitanos,
senderos de luz, se ensancha
preludiando el vaticinio
de saetas y plegarias"
III
"En la puerta de la Iglesia,
entre varales de plata,
la Virgen es como un sueño
que a los cielos se levanta.
Se hace el murmullo clamor,
el clamor se hace montaña,
la montaña se hace río,
el río se hace cascada
y la cascada emoción
que a la muchedumbre arrastra.
Piropos... gritos... saetas...
la noche se hace más clara.
El Barrio... el Puente... Sevilla...
Sevilla... el Puente y... Triana.
IV
"La noche se ha consumido
entre el fervor de las almas.
El gentío forcejea
para que no llegue el alba
pero el alba victoriosa
le da paso a la mañana.
Ahora Triana es Sevilla
hecha cante, bronce y fragua"
V
"La Virgen se ha vuelto al templo
por el cansancio más guapa.
Como si Ella no quisiera
entrar, se vuelve de espaldas
para bendecir al pueblo
con la aurora de su cara.
Bajo el palio, la figura
celestial de la Esperanza
y en el aire, la saeta
con prisa de consolarla.
Sus divinos ojos fijos
en los miles que la aclaman.
Quiere sonreir, y el llanto
convierte en perlas sus lágrimas.
Los trianeros suplican:
Capataz... espera, aguarda;
dejala aún más en la calle
que está llorando Triana"
VI
" El cofre de San Jacinto
guardó la estrella más blanca.
Triana rota de sueño,
con voz de llanto cantaba"

26 años de la Gloria...

Se cumplen 26 años, Madre mía, de aquella Coronación que marcó a miles de personas que viven y sienten en clave trianera al lado de su Esperanza. Veintiseis años del día más glorioso que ha vivido Triana a lo largo de su historia. Una Coronación que marcó un antes y un después en el mundo las Cofradías, por la manera en que se vivió, por la manera en que sucedió todo y, por supuesto, por su rango, ya que hasta Juan Pablo II quiso sellar con su rubrica la imposición de tu corona. Se cumplen 26 años y Contigo, Esperanza, volvemos a tocar el Cielo con nuestras manos...