Y se hace la luz...



Sucede todos los años, da igual que la Semana Santa sea en marzo o en abril: cuando la Giralda te mira, cuando la Giralda te siente a sus plantas, se hace la luz y se abre la mañana. Todos los años lo mismo. En la Madrugá las horas están contadas. Dos viajes paralelos vienen de camino para encontrarse en el mismo punto: en la Giralda. El Sol viaja desde oriente hasta occidente. La Esperanza desde Triana hasta Sevilla. En apenas cinco horas se encontrarán cara a cara. Por testigo la Giralda, que siempre se decide por la morenez sobrehumana del rostro de la Esperanza. Por eso, Ella, año tras año, le lleva la luz. Primero la luz de sus ojos, esos que tienen enamorado a toda Sevilla; luego la luz de su paso, traducida en vaivenes de palio y en cera fundida con reflejos de oro. Y por ultimo, la luz de la amanecida más hermosa del calendario hispalense, el alba que se asoma con Ella y que a los pies de la Giralda se rompe con los primeros rayos de sol. Manto de luz que mi Esperanza lleva hasta Sevilla todos los años. Da igual si es marzo o abril. La luz va con Ella y Ella se la da a Sevilla.

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