Mi fe en el Señor de las Tres Caídas

Porque siempre me has llevado de la mano desde que era niño y apenas entendía de pasos ni de marchas procesionales. Porque siempre me amparaste cuando mi Semana Santa se reducía a un simple caramelo y una bolita de cera. Porque me enseñaste a caminar a tu vera desde que los primeros aromas de incienso embriagaron mis sentidos. Porque tu mano fue mi mano las veces que me hizo falta. Porque tu rostro fue también mi esperanza en los malos momentos que te da la vida. Porque tu fuerza fue la mía cuando yo apenas podía abrir los ojos. Porque me enseñaste a seguir adelante pese a que cayese más de tres veces. Porque tu bondad fue mi espejo donde mirarme para intentar ser más justo en la vida. Porque tu dulzura guió mi alma hasta el puerto de tus manos y tu amor se convirtió siempre en el pilar más fuerte de mi vida, solo puedo agradecerte hasta el último día de mi existencia todo lo que me has dado y todo lo que me sigues dando día tras día. Mi Señor de las Tres Caídas, roca donde mis humildes manos se apoyan para seguir adelante, gracias una y mil veces por mantener viva la llama de mi fe y la luz de mi esperanza.

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