Esa Avenida trianera...




Por la Avenida pasan todas las Cofradías de Sevilla. Algunas Hermandades pasan sin pena ni gloria porque dejaron todo su tiempo en la Campana, olvidando que el momento culmen que da sentido a la estación de penitencia es la visita a nuestra Santa Iglesia Catedral. Otras Hermandades si dan el verdadero valor que esto tiene y no hacen de su entrada en la Catedral una simple pasada a la carrera, más o menos sosa y deprisa. Así, como abonado que soy desde hace tiempo inmemorial en la dicha Avenida, muy cerquita de la Puerta de San Miguel, salvo las Cofradías de la Estrella y San Gonzalo, y los pasos de la Presentación al Pueblo, de San Benito, y el soberbio palio del Baratillo que hace de la Avenida una calle más de su barrio y ejecuta una impresionante chicotá de media hora que abarca desde el Banco de España hasta el interior de la Catedral a base de marchas procesionales encadenadas, otras Hermandades pasan bastante desapercibidas por allí, sin contar, evidentemente, las que procesionan en riguroso silencio.

Otra cosa es lo que hace la Esperanza de Triana. Porque si a la Campana le cuesta hacerle palmas a la Esperanza, la Avenida es trianera por los cuatro costaos. Cuando el Señor de las Tres Caídas cruza y la fuerza de sus cornetas levantan a la Avenida, Sevilla se rinde a sus plantas. El poderío que tiene este paso no está al alcance de otros. Podrán ser más bonitos, pero la fuerza de atracción y el fervor que levanta cuando pasa no lo tiene ninguno. Y es que la cara que tiene el Señor de las Tres Caídas, con esa guapura que le caracteriza, heredada como no podía ser de otra manera, de su Stma. Madre de la Esperanza, cautiva corazones en ambas orillas del Guadalquivir. Si a eso unimos el misterio que le acompaña, el arte de sus costaleros y la sinfonía de sus cornetas y tambores, el resultado es tremendamente singular.

Recuerdo aquellas Madrugadas de la década de los ochenta, en los que los retrasos que se acumulaban en la carrera oficial hacían a nuestra Hermandad pasar por la Avenida casi a carrera abierta y casi sin una marcha procesional al palio de nuestra Esperanza. Qué recuerdos... pero cómo le aplaudía la gente cuando su paso se paraba a mecerse y sus gladiolos votaban con la gracia que solo Ella tiene, pese a que solo los tambores acompañasen su compás... Pero los tiempos cambiaron, y la Hermandad pasa por la Avenida como solo ella sabe hacerlo: arrastrando corazones, piropos y palmas entregadas a la causa trianera. Después de haber visto a mi Hermandad más de treinta años consecutivos por la Avenida puedo decir que es la única Cofradía que hace subirse a todos sus abonados a las sillas. ¿El motivo?: contemplar ese singular encuentro que se produce cuando el Señor de las Tres Caídas cruza hacia la calle Almirantazgo y la Esperanza se dispone a entrar en la Catedral. Es un instante único y singular que no tiene precedentes ni parangón con ningún otro de la Semana Santa sevillana.

Triana y su Esperanza no tienen limites, pese a que otros quieren ponerselo. Puede contemplarse cada Madrugada cuando la Hermandad cruza el Puente y hace suya a Sevilla. La Avenida, esa que ni hemos citado su nombre porque no hace falta, es buena prueba de ello. Y ante realidades como estas, no hay nada que objetar.

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