Esperanza y consuelo de Sevilla


Si hay en Sevilla una Virgen que sea la más cercana al pueblo, esa es la Esperanza. Porque nació al amparo de un gremio que era puramente barrio: los ceramistas, el gremio más trianero de cuantos pudo haber nunca en esta orilla del río.

Porque Ella fue siempre de su gente, la misma que lo perdía todo cuando el río se desbordaba; la misma que sufrió las injusticia de la guerra; la misma que se jugó la vida por ocultarla en un tejar trianero; la misma que contaba los días para verla pasar junto a la reja de la cárcel del Pópulo; la misma que creció de la nada y tuvo que reinventarse a sí misma; la misma que lo logró siempre todo con el sudor de su frente, la misma que habitó un barrio a través de las generaciones, y que nunca tuvo murallas donde guarecerse ni almenas con las que defenderse. Por eso, la Esperanza siempre fue, es y será simbolo eterno de Triana, porque cuando su gente sufría las calamidades de las riadas o los dramas de las epidemias, siempre estuvo Ella para consolar a sus hijos. Y no es por casualidad que el pueblo la llame como la llama: la Esperanza, sin más, porque siempre lo fue, lo es y lo seguirá siendo, la Esperanza de los más necesitados, de los más humildes, de todos los que anhelaban un trago de ilusión y de fuerzas en la vida, en esos momentos cuando las cosas rozan la desesperación y las lágrimas ciegan cualquier salida.

Si su pañuelo hablase... Cuántas plegarias, oraciones y encomiendas llevará escritos... Y cuántas veces su Esperanza se ha convertido en luz de muchos... Ese brazo extendido, esa mano que se acerca al pueblo y le quiere regalar su pañuelo para que mitigue en él sus lágrimas, porque Ella es tan cercana, es tan Madre, que en su pañuelo se recogen los llantos de sus hijos y los funde con las lágrimas que Ella misma derrama cada mañana, cada tarde, cada día...

Si hablasen los reclusos de la antigua cárcel del Pópulo... Cómo porfiaban por buscar la luz de su mirada y encontrar la libertad de su Esperanza... Saetas a pares, plegarias, oraciones, súplicas en cuestiones de segundos hasta que la Virgen se vaya y se rompa ese sueño de sentirse libres aún detrás de las rejas...

Esperanza de Triana, Esperanza de Sevilla, Esperanza de los mortales, que nunca nos falte tu pañuelo cuando caminemos perdidos, Madre mía...

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